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RECORRIDO DEL ENTIERRO DE GENARÍN
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         La Catedral de León, joya del gótico, en aquellos años estaba vieja y desvencijada, refugio de curas y beatas, nunca fue del agrado de Genarín.

         En ella ocurre una de las anécdotas más relevante de Genarín cuando en una tarde del frío invierno leonés, nuestro patrón reponía fuerzas en el Bar Expres y tomándose una copita de orujo observo a un turista ingles que miraba con admiración el primer monumento de León. Se le ocurrió la brillantísima idea de vendérsela, y después de una cuantas copas de orujo, sin duda gracias a la magia que tiene este licor y las maravillas que les suele suceder a los que le consumen, además del saber comercial y capacidad de convencimiento que había adquirido de León Salvador, charlatán y vendedor callejero de los famosos relojes "Roskof", persuadió al turista para que la comprara, operación esta que fue interrumpida por la intervención de un canónigo que estaba merendando en ese momento torrijas con chocolate en la mesa de al lado, que advirtió al turista de la estafa, truncándose así la mejor operación financiera de la que tiene noticia esta ciudad.

         Por eso, nosotros, sus fieles seguidores y amantes como pocos de nuestro patrimonio, todos los años pedimos perdón a la catedral con estos versos que se recitan frente a su fachada.
¡Oh Catedral, Catedral!.
¡Oh, bella y pulchra leonina!
Perdona la fantasía
de éste que, en el Bar Expres,
trató de venderte un día
a un turista inglés.

         Los seguidores escuchan apenados esa jaculatoria y se dirigen, acompañados por Pérez Herrero, primer evangelista, que lo observa todo lo que sucede a su alrededor para después contarlos, hacia la carretera de los Cubos, lugar del fatídico suceso que todos los años conmemoramos. El silencio se va extendiendo ante la certidumbre de la muerte, roto solo por los gritos de los fieles invocando a Genarín y al orujo.

Prodigio de luz y piedra,
poema de vidrio viejo,
danzarina iluminada
por el sol y los luceros;
una estrella cada piedra,
cada ventanal, un verso.


¡Ay, catedral de León,
que quieres subir al cielo!


Arcón de piedra tallada
rico joyel de aderezos,
urna de cristal, milagros
de luz de perlas de cielo.

¡Ay, catedral de León,
que te levantas del suelo!


Brisa de piedra, aroma
del arte imperecedero,
éxtasis maravilloso
y espíritu del ensueño.


¡Ay, catedral de León,
que quieres volar al cielo!

Cien mantones de Manila
se cuelgan desde sus flecos
de las piedras de sus bóvedas
que están en constante vuelo.

Las agujas de sus torres
se peinan con los luceros.
La luna alegre y morena
en sus veletas de acero,
como veleta prendida,
la satura en su misterio
de purpurina y embrujo,
de marfil y de reflejos.

¡Ay, danzarina sagrada,
milagro de los ensueños!


¡Ay, catedral de León,
que te levantas del suelo!


   



Entrada de toda la comitiva en la plaza de la Catedral




Lectura de varios poemas frente a la Catedral con La Muerte al fondo




Los asistentes al acto llenando toda la plaza, antes de dirigirse a la carretera de los Cubos




COFRADÍA DE NUESTRO PADRE GENARÍN